Mari es una figura central en la mitología vasca, aunque sus orígenes no están del todo claros. Se cree que su culto data de la época prehistórica, mucho antes de la llegada del cristianismo a la región. La diosa Mari es considerada la personificación de la naturaleza y la madre de todos los seres vivos. En sus diferentes representaciones, se la describe como una mujer hermosa y poderosa que vive en cuevas o montañas y puede cambiar de forma.
Mari es conocida por su capacidad para cambiar de forma y adoptar distintas apariencias. Se la ha representado como una mujer hermosa con cabello largo y rojo, una anciana, un árbol, un caballo, un pájaro, una nube o incluso un arco iris. Además de su capacidad de cambiar de forma, Mari también tiene poderes relacionados con el clima y la fertilidad. Se cree que puede controlar las lluvias, las tormentas y el granizo, así como influir en la fertilidad de los campos y las personas.
Mari vive en las montañas y cuevas del País Vasco, y su morada principal se encuentra en la cueva de Anboto, situada en el monte del mismo nombre en la provincia de Bizkaia. También se dice que vive en otras montañas y cuevas como Aketegi, Aizkorri, Gorbea y Urbasa.
A lo largo del tiempo, se han narrado varias historias sobre encuentros entre Mari y los humanos. En algunas de estas leyendas, Mari ayuda a las personas, mientras que en otras, castiga a aquellos que se comportan de manera egoísta o deshonesta. También se le atribuyen encuentros con otras deidades y seres mitológicos, como su consorte, el dios Sugaar o Maju, y su relación con las lamias, seres semihumanos que habitan en ríos y fuentes.
A pesar de que el cristianismo ha influido en gran medida en la cultura vasca, la figura de Mari ha continuado siendo relevante y respetada a lo largo de los siglos. El culto a Mari se llevó a cabo en cuevas y montañas sagradas, donde los vascos realizaban rituales en su honor. Aunque el culto directo a Mari disminuyó con la llegada del cristianismo, su figura y atributos fueron adoptados y adaptados por la nueva religión. La Virgen María, madre de Jesús en la tradición cristiana, comparte muchas similitudes con Mari, incluida su asociación con la fertilidad y la protección. De esta manera, la veneración de la Virgen María en el País Vasco está estrechamente vinculada a la figura de Mari.
Aunque la mitología vasca ya no se considera una creencia religiosa activa, Mari sigue siendo un ícono cultural en el País Vasco. Festivales y eventos locales a menudo incorporan elementos relacionados con Mari y otras figuras de la mitología vasca. Además, la literatura, el arte y el folclore de la región todavía hacen referencia a Mari y su papel como diosa madre y protectora de la naturaleza.