En el corazón de la ciudad de Vitoria-Gasteiz, capital de la provincia de Álava en Euskal Herria, se celebra cada año una de las tradiciones más emblemáticas y arraigadas en la cultura vitoriana: la Procesión de la Virgen Blanca. Este evento, que tiene lugar cada 4 de agosto en la víspera de la festividad de la Virgen Blanca, es una hermosa y emotiva ceremonia que reúne a todos los vitorianos en una noche llena de luz y colores.
La procesión remonta sus orígenes al siglo XVII, cuando los cereros de Vitoria se reunieron en una cofradía auspiciada por la Virgen Blanca y establecieron esta procesión en su honor. Desde entonces, la procesión ha evolucionado, pero su esencia y significado han permanecido inalterables.
El evento comienza con una misa en la iglesia de San Miguel, tras la cual la imagen de la Virgen Blanca es trasladada a la plaza de la Virgen Blanca, donde da comienzo la procesión. La imagen es portada por los miembros de la Cofradía de la Virgen Blanca, vestidos con túnicas blancas y rojas, y acompañada por una multitud de vitorianos que llevan farolillos en honor a la patrona de la ciudad.
La procesión está compuesta por tres grupos de farolillos, cada uno de los cuales representa una parte diferente de los misterios divinos. El primer grupo, los Misterios Gozosos, desfila con farolillos azules. El segundo grupo, los Misterios Dolorosos, desfila con farolillos morados, y el tercer grupo, los Misterios Gloriosos, desfila con farolillos rojos.
Cada una de las partes de la procesión sigue una misma estructura. Abre cada grupo de Misterios el farol/cruz del Padrenuestro, al que siguen los farolillos del Ave Maria. Cierra cada parte un último farol, que representa la Gloria del Padre.
La procesión avanza por las calles de la ciudad, creando un ambiente mágico y festivo. Los farolillos iluminan las calles y las plazas, llenando la ciudad de luz y color. Los vitorianos se unen en una sola voz para cantar el himno a la Virgen Blanca, una canción que ha sido transmitida de generación en generación y que es un símbolo de la identidad y la historia de la ciudad.
La procesión de la Virgen Blanca no es solo un evento religioso, sino también una forma de mantener viva la tradición y la historia de la ciudad. Es un evento que une a toda la comunidad vitoriana, independientemente de su religión o creencia. Es un momento para recordar el pasado y celebrar el presente, para honrar a la patrona de la ciudad y para mostrar el amor y el respeto por la historia y la cultura de Vitoria-Gasteiz.