El Reino de Navarra es una de los territorios más singulares e históricos de Euskal Herria. Su rica cultura, tradiciones y patrimonio reflejan siglos de historia, luchas y conquistas. Pero, ¿cómo surgió el Reino de Navarra?
El origen del Reino de Navarra se remonta a la época de la conquista romana de la península ibérica, cuando el territorio que hoy ocupa Navarra se integró en la provincia de Tarraconensis. Tras la caída del Imperio Romano, la zona fue invadida por los visigodos y, posteriormente, por los árabes.
En el siglo VIII, el territorio navarro fue conquistado por los francos de Carlomagno, que lo incorporaron al Imperio carolingio. Durante esta época, se creó el ducado de Vasconia, que abarcaba gran parte de la actual Euskal Herria.
Tras la caída del Imperio carolingio, el ducado de Vasconia se convirtió en el Reino de Pamplona. Fue en el año 824 cuando el primer rey de Pamplona, Íñigo Arista, logró la independencia del reino respecto al Imperio carolingio.
El Reino de Pamplona, que posteriormente se conocería como el Reino de Navarra, se consolidó durante los siglos IX y X, gracias a la labor de los monarcas Sancho Garcés I y Sancho Garcés II. Durante esta época, se creó una estructura política y administrativa sólida y se promovió el desarrollo cultural y artístico de la región.
El Reino de Navarra fue una de las regiones más importantes de la península ibérica durante la Edad Media. Su posición estratégica entre la península ibérica y Europa, así como su riqueza agrícola y ganadera, lo convirtieron en un territorio muy codiciado por las grandes potencias europeas.
Durante la Edad Media, el Reino de Navarra mantuvo una política de alianzas con otras regiones españolas y europeas, lo que le permitió mantener su independencia y su estatus de reino durante siglos. El reino alcanzó su mayor expansión territorial durante el reinado de Sancho el Fuerte, en el siglo XIII, cuando se anexionó la región de La Rioja y la ciudad de Logroño.
En el siglo XV, el Reino de Navarra fue anexionado por la corona de Castilla, tras la conquista militar llevada a cabo por los Reyes Católicos. A pesar de ello, Navarra mantuvo su propia identidad cultural y su lengua propia, el euskera.
Hoy en día, Navarra es un territorio con una rica cultura y patrimonio. La región cuenta con importantes monumentos y lugares históricos, como la catedral de Pamplona, el Palacio Real de Olite o el Monasterio de Leyre.
El Reino de Navarra dejó un legado histórico y cultural muy importante para la región y para la historia de Euskal Herria. Su independencia, su riqueza cultural y su papel en la historia de la península ibérica lo convierten en un lugar único y especial, que merece